Hace unos años me enfrenté a cuatro meses de desempleo.

Durante ese tiempo apliqué a 20 vacantes, reescribí 20 veces mi CV para exaltar e inventarme cualidades distintas según el puesto, y escribí 20 cartas de motivos sin entender nunca qué esperan las personas empleadoras y las áreas de recursos humano de dichas cartas.

De esas 20 solicitudes, 12 las envié directamente a un correo electrónico, lo que se traduce en que tuve que escribir 12 mensajes de correo electrónico a personas desconocidas para explicarles que de forma adjunta podrían encontrar un compendio barato de mi existencia.

En el caso de las solicitudes restantes, el envío de los documentos se hizo a través de ocho plataformas distintas en las cuales tuve que escribir la misma información una y otra vez: mi nombre completo, mi fecha de nacimiento, mi dirección, mi teléfono y mi correo electrónico. La protección de los datos personales es irrelevante cuando se busca trabajo.

En cuatro de las plataformas el absurdo mismo del proceso se evidenció al tener que reescribir toda la información que ya iba adjunta en mi CV: mi experiencia laboral, mi educación, los idiomas que hablo y que no hablo

En una de esas plataformas preguntaron hasta por mis hobbies, lo que me tomó 30 minutos pensando qué hobbie podía inventarme para alinearlo al puesto. Evidentemente evité decir que dormir y comer postres son dos de mis actividades favoritas en la vida.

Buscar trabajo es un trabajo no remunerado que lleva entre seis y ocho horas al día. El procedimiento parece sencillo, pero en realidad es una técnica que se va perfeccionando conforme avanza el desempleo. La metodología diaria es la siguiente:

  • Buscar en diferentes páginas de internet y acceder a grupos de Facebook con nombres joviales como “Chambitas pa la bandita”. Escribirle a amistades y personas conocidas para comentarles que se está en la búsqueda de empleo y que si saben de algo por favor lo comuniquen. Al principio de la búsqueda ese paso se comenta con las amistades de forma digna, hasta se menciona el ingreso pretendido. Conforme avanza el tiempo, la dignidad va menguando y los mensajes van cada vez más llenos de desesperanza.
  • Una vez que se ha detectado una vacante a la cual nuestro perfil podría adaptarse, se debe leer alrededor de cinco veces. La primera para entender en qué miserable trabajo se traduce el rimbombante nombre de la vacante, la segunda para entender qué perfil de persona se busca para ese puesto, la tercera para detectar de cuánto es el sueldo —por lo general esta información no está disponible, así que hay que hacer una interpretación—, y la cuarta para detectar el nivel de explotación —mejor conocida como “entrega”— que piden, esto se puede analizar a partir de frases como: “se requiere disponibilidad de tiempo completo”, “hay horario de entrada pero no de salida”, “habilidad para trabajar bajo presión y en situaciones de estrés”, ente otras. La quinta y última lectura se lleva a cabo únicamente si en el balance entre necesidad, posible sueldo y aparente explotación, se considera que vale el esfuerzo dedicar tiempo a escribir los documentos solicitados. En esta lectura se debe hacer un ejercicio detallado para saber cuántas cosas tendremos que inventarnos y cuántas tendremos que inflar para convertirnos en el perfil ideal.
  • El tercer paso consiste en reescribir el CV y las cartas de motivos vendiéndonos como personas distintas según la vacante. Este paso es el que requiere más tiempo y dedicación.
  • Finalmente, se debe hacer la solicitud mediante el envío de un correo electrónico o entregando datos a plataformas improvisadas, esperando que quien reciba toda esa información no sea un posible extorsionador o secuestrador.

A partir del momento en el que se realiza la aplicación comienza la espera. Si se trata de un centro de trabajo con consideración humana responderán por correo electrónico dando las gracias y también información sobre cuándo volverás a saber de ellos.

En la mayoría de los casos ese correo anhelado nunca llega, nada más queda echar la bendición y esperar a que del otro lado del correo alguien se apiade y se comunique, aunque sea para decirte que quedaste descalificada por incompetente

Si los documentos enviados son del agrado de la persona contratante y la suerte juega en tu favor porque el puesto no estaba dado de antemano, te llamarán para concretar una entrevista. En mi caso el radio de éxito fue de una entrevista por cada seis solicitudes. Desconozco si esto se pueda clasificar como algo decente o digno de fracaso.

Las entrevistas descubren nuevos retos. Hay que presentarse sonriente, como si la búsqueda de trabajo no fuera una tortura en sí misma. También, hay que llegar con el CV y la carta de motivos releída para acertar en las cualidades inventadas y exaltadas. Las preguntas varían ampliamente, sin embargo, hay una que nunca falla: ¿por qué te interesa este empleo?

El protocolo no escrito indica que se debe contestar con una mezcla de emoción y contención, exaltando las cualidades del lugar y mencionado que si estamos ahí sentadas es porque queremos seguir creciendo y aprendiendo; ocultando con una sonrisa que en el fondo nos vale un pepino su misión, visión y el futuro aprendizaje, lo que realmente queremos es tener dinero para comer, pagar la renta, sobrevivir.

El arte de la búsqueda de empleo radica precisamente en eso: ocultar con maestría nuestra desesperación por quitarnos la etiqueta del desempleo y hacer que nuestra identidad gire nuevamente en torno a la explotación.

  • Ilustración: Bansky