La controversia estalló como una granada militar dejando daños colaterales. Alejandro Jodorowsky volvió locos a cientos de miles con una declaración. León estuvo en boca del mundo a través de su Feria Nacional del Libro de León (FeNaL).
¿Estuvo o no Jorodowsky en la FeNaL?
Sí y no. Si estuvo, la fecha es laxa. Alejandro Jodorowsky hace psicomagia. Catalonia Cómics anuncia en Facebook el día 20 de abril de 2016 la “presencia” del gurú en la Feria del Libro de León. Y amplifica la información el 21 de abril a las 0:00 horas: “¿Nos visitarás en la Fenal? ¿No sabes qué novela gráfica leer? Te dejamos con Jodorowsky y sus novelas que tendremos disponibles para ti en nuestro stand”.
Alejandro Jodorowsky hace psicomagia y “responde” a la invitación con un interesante microrrelato que incendia las redes y desata la polémica. Empieza el juego y la confusión se hace viral el sábado 24 de septiembre de 2016 a las 2:18 p.m. de un sábado en París.
El griterío aumenta. Decenas de miles de lectores comentan la noticia en las redes sociales. Los inteligentes ríen, los más torpes se molestan. Todo el mundo opina sobre un suceso intrascendente que alcanza la categoría de noticia en cuestión de horas.
Hasta el actor Víctor Hugo Mondelo refirió que Jodorowsky estuvo en León con Carlos Castaneda comiendo en el Rincón Gaucho… pero en los años 60.
En la ciudad el comentario de Jodorowsky no hace ninguna gracia en las oficinas del Instituto Cultural de León (ICL), institución encargada de la organización de la FeNaL. La falta de reflejos de los directivos culturales provoca incertidumbre. Entienden el guiño literario como un ataque y las horas pasan sin que se produzca lo que todo el mundo espera: una respuesta oficial. Por fin reaccionan cuando la broma, viralizada en las redes, es la locura del año.
Se perdió una excelente oportunidad para promocionar la FeNaL. Y aunque luego se emitió como respuesta un comentario ingenioso y acorde al juego planteado por el autor, ya no había mucho de qué hablar. El ‘caso Jodorowsky’ se convirtió, meses después de la clausura de la FeNaL, en el suceso más atractivo de una feria plana que se desarrolló sin pena ni gloria.
El origen de esta historia, con este embrollo psicomágico, quizá tuviera lugar en París, donde un joven intelectual leonés se encontró con Jodorowsky en el mes de mayo del año de 2011.
(Imagen cortesía del pintor e ilustrador Alberto Pazzi).
- “¿Qué me vienes a preguntar? “, inquirió Jodorowsky.
- “Yo no pregunto… yo genero respuestas”, le respondió Mateo Pazzi.
- “Ah…tú no eres de los que buscan, eres de los que encuentran”, devolvió el psicomago. Y se acabó la charla.
Aquel joven leonés dejó sin más atrás el café de El Temerario en París, al psicomago Jodorowsky… y ahora es colaborador de Ruleta Rusa. Valga este psicorecuerdo de Mateo Pazzi como deferencia al juego iniciado por el maestro.
Foto: Alberto Pazzi
Enrique Rangel
Poeta, narrador, editor, periodista y documentalista. Ex directivo en medios impresos. Autor de los libros 'Estación marina' (poemas), 'Convulso, amargo Babel' (relatos), 'Salmo Vertebral' (poemas) y 'Cantata fractal' (poemas). Es un trotamundos redomado. Hoy sueña despierto como director general de Ruleta Rusa.
2 comments
Lea el cuento “El sabor de la fama” (2005) de José María Merino para que vea que probablemente sacó la broma del texto.
“El sabor de la fama”
En mi primer viaje a los Estados Unidos, un periodista de televisión chicano, después de la conferencia, se acercó a mí para hacerme una entrevista. Mientras un compañero rodaba la escena con la cámara en el hombro, el periodista puso el micrófono ante mi boca y dijo: “Está con nosotros el muy conocido e importante escritor español… ¿cuál es su nombre?” Y cuando respondí, con un tono de voz poco audible, oscurecido por la sorpresa, el periodista insistió, imperturbable: “¿Puede repetirlo?” Años más tarde, en una de mis visitas a esas islas, me presentaron, en una caseta de la feria del libro, a un popular autor local, al que pidieron que me firmarse su libro más divulgado. El autor local, que debía de ser un poco sordo, antes de la firma me preguntó cómo me llamaba. Como no acababa de aclararse, me vi obligado a buscar uno de mis libros, que por casualidad estaba en la caseta, para que lo transcribiese. “Al excelente escritor fulano tal y tal, con toda mi admiración y cordialidad”, escribió. Esta vez, en la feria del libro de otra lejana ciudad de provincias, me dispongo a firmar los supuestos ejemplares de mi obra más reciente. Alguien se ha equivocado, y aunque el autor tiene también nombre compuesto y su apellido las mismas sílabas y número de letras que el mío, y empieza por la eme, no cabe duda de que se trata de otro que no soy yo. Mas a estas alturas de la vida ya no me inmuto, y al puñado de libreros, organizadores y algún que otro curioso les voy firmando el libro ajeno: “Con toda simpatía, a mengano, este libro que no es mío, pero que dedico en nombre del autor; El fantasma del autor mueve la mano que firma este libro a zutano”, y así. Al final, no sólo me he sentido autor del libro, sino también dueño de su fama.
Gracias por tu valioso aporte Edwin. Y por leernos.