Quizá todos los estados tienen sus propias leyendas, divididas en historias de terror, fantasía, misterio o fundacionales. Todas estas historias son parte de la tradición oral, que pueden cambiar de un lugar a otro, tener diferentes matices o elementos que la hacen propia del lugar.
Las leyendas al ser originarias de un lugar, se enraízan en el sentido comunitario, y de ello se desprende el sentido de pertenencia. Entiéndase así, que una leyenda es una narración que puede contener hechos reales y ficticios, que de algún modo dan un sentido al lugar de donde nacen.
De este modo, estos relatos migran de generación en generación por medio de la tradición, principalmente oral, de abuelos a nietos, de padres a hijos etc. En algunos casos se han puesto por escrito para preservar la memoria y no alterar el sentido de la narración.
Así, las leyendas se convierten en historias que se tejen por delgados hilos que hilvanan a todos los habitantes de un lugar, son un eje transversal que en sus palabras y letras tiene un poco de historia (hechos acontecidos en un pasado) y de creatividad.
Narración viva
Donají, cuyo nombre de pocas sílabas, enuncia a una leyenda de origen zapoteca cuyo comienzo se desconoce, se piensa que es más antigua a 1812, momento en que Morelos invade Oaxaca por el conflicto de la Guerra de Independencia[ 1].
Se cree que la aparición de esta leyenda se debe al primer escudo de armas del Estado de Oaxaca en 1828 [2]. A ciencia cierta, la leyenda forma parte de la tradición oral construida a partir de las civilizaciones zapotecas, mexicas y mixtecas que habitaron la Zona Centro del estado.
La narración de la leyenda se da a conocer con mayor relevancia, primeramente, por el Homenaje racial convocado el 25 de abril de 1932 [3], tras el terremoto de 1931 que había devastado la ciudad ya que, en los posters para dicho homenaje, que después será la Guelaguetza, se empleó un grabado de Donají, ocupando un sitio de honor [1].
La leyenda cobrará fama internacional desde 1983 cuando se dio a conocer una teatralización conocida como Donají… la leyenda, al incluirse como parte de las fiestas de la Guelaguetza, representándose los dos domingos previos a los dos Lunes del Cerro, posteriores al 16 de julio, fiesta de la Virgen del Carmen
La leyenda se puso por escrito según investigaciones históricas de Fernando Rosales [2]. Sin embargo, Claudio Sánchez, ofrece una versión escrita que dista de la Rosales [3.]
La Leyenda
Para el presente trabajo, la leyenda será tomada de la versión de Claudio Sánchez, ya que la de Fernando Rosales, es una adaptación teatral que, si bien, cuenta la leyenda, es poca la información que ofrece, por ser más un espectáculo dancístico. Donají: es una historia de amor a su pueblo.
La historia relata el nacimiento de la hija del rey zapoteca de Zaachila Cosijoeza. Cuenta la historia que cuando nació la hija de Cosijoeza mandaron a traer de Mitla a un adivinador, cuyo nombre era Tiboot. Este adivinador al ver a la niña, consultó tres veces a los astros, y tuvo que decir a sus padres que ella tendría un futuro esplendoroso y grande, pero, la muerte la acompañaría prematuramente, ya que esa niña sería quien salvaría a su pueblo de las guerras, por esta razón, decidieron nombrar a la hija de Cosijoeza con el nombre de Donají, que significa: Alma Grande.
Pasado el tiempo, los reinos zapotecos de Zaachila y el reino mixteco de Monte Albán entraron en conflicto. En medio de una batalla, fue capturado Nuhucanó, hijo de los reyes mixtecos de Monte Albán. El joven príncipe herido, fue entregado a Cosijoeza para ser sacrificado, pero Donají que, según la leyenda, tenía un profundo saber, aconsejó a su padre que mejor guardara al reo y negociara la paz con el rey de Monte Albán. Donají cuido a Nuhucanó, pero el contacto entre ambos hizo que naciera el amor. Ambos pasaban tiempo platicando y llegando a conclusiones de que sólo el amor iba a unir a ambos pueblos.
Para ese momento las alianzas matrimoniales eran favorables, así, que Donají convenció a su padre de pactar la paz con los Señores de Monte Albán. Nuhucanó y Donají se unieron en matrimonio, pero, conociendo lo sagaz que era Cosijoeza, los Señores de Monte Albán pidieron que Donají se fuera a vivir con su esposo al cerro de Monte Albán, más que como esposa iba en calidad de embajadora de la paz.
Las conquistas y guerras con otros señoríos, así como la expansión de los reinos zapotecos, llevó a que Nuhucanó fuera a la guerra, dejando sola a Donají, que era maltratada por los Señores de Monte Albán
En una ocasión, Donají escuchó de un ataque que los Señores de Monte Albán harían a Zaachila, Donají alertó a su padre y reveló cuáles eran los puntos débiles de Monte Albán. Así, una noche, mientras los mixtecos dormían, los zapotecos atacaron. Donají, sabiendo de la emboscada, huyó rumbo a las laderas de Monte Albán, pero fue tomada presa.
En un juicio breve lleno más por la colera y la supuesta traición, los mixtecos decapitaron a Donají, tirando su cuerpo al río Atoyac, con la finalidad que el río, de aguas cristalinas, llevará su cuerpo a Zaachila y el rey Cosijoeza se enterará de la muerte de su hija. Mientras la cabeza de Donají fue escondida en un agujero en la arena. Nuhucanó, al regresar de la guerra, se enteró de lo que hicieron a Donají. Dolido por la muerte de su amada, se refugió en las montañas de Achiutla, convirtiéndose en un sacerdote ermitaño.
Tiempo después, un joven que paseaba por las laderas del río Atoyac, vio una hermosa flor blanca, conocida como azucena, al querer desprenderla del lugar donde estaba escuchó un quejido de dolor, echó a correr espantado y mando a traer a las autoridades, se cree que volvió a los ocho días al mismo sitio.
Al jalar nuevamente a la flor, el quejido se volvió a escuchar, y las autoridades desenterraron la azucena que tendía sus raíces a través del oído hasta el fondo de una cabeza femenina, cuyo tocado y joyas eran los de una princesa —los de Donají— los cuáles se habían conservado intactos y hacían vigente la profecía de aquella criatura cuya Alma Grande la convertiría en la heroína de la paz [1].
Más allá de la leyenda
La mayoría de leyendas siempre tienen en su seno un rastro de historia. Donají, no es la excepción. Primeramente, la leyenda es más una historia fundacional de identidad.
Desde 1823, con la declaración del Estado Libre y Soberano de Oaxaca comenzará la necesidad de justificar un origen de los ancestros frente a los españoles. Así, el gobernador Joaquín Guerrero pedirá a José María Melo, que dibuje el escudo de la ciudad [1], a partir de esto, Donají será emblema de los oaxaqueños
Pero, ¿Cuáles son los elementos reales de Donají? Para empezar, entre los elementos reales, se encuentra el abandono progresivo de Monte Albán por parte de los zapotecas y la llegada de los mixtecos. Así mismo, los matrimonios de la realeza indígena eran una realidad que involucraban a los pueblos de Zaachila y Cuilápam de Guerrero con los pueblos mixtecos de Yanhuitlan y Almoloyas [2]. También, es posible encontrar las alianzas zapotecas y mexicas, ejemplo de ello es el rey Cosijoeza, zapoteca, y su esposa Coyolicatzin que era mexica [3].
Otros elementos reales son el origen de Donají, si bien se le ha dotado de mucha importancia, será más importante su hermano Cosijopii. Según, el padre José Antonio Gay y su ardua investigación sobre la historia de Oaxaca, Cosijoeza había tenido cinco hijos: Vitopáá, de quién no existe dato alguno porque murió de niño; del segundo no se sabe nada; el tercero, nieto de Ahuizotl, es Cosijopii; la cuarta es Pinopiáa; y la quinta es Donaaji que fue bautizada con el nombre de Magdalena [4.]
Siguiendo al Padre Gay, doña Magdalena era una cacica de Tehuantepec que, tras la caída del poderío de Zaachila, se fue a vivir en las inmediaciones de los antiguos territorios del rey Cosijopii, su hermano [5]. Si el relato, se busca unirse con la leyenda, no concuerda, dado que la leyenda menciona la muerte de la princesa.
Por otro lado, Cosijoeza era considerado un rey sumamente sabio y sagaz, demasiado calculador para entregar a su hija en ofrenda a los enemigos [6]. Por esta razón, pareciera que la leyenda falsea los datos históricos. Más aún, en la Historia de Oaxaca, de José Antonio Gay, se hace mención de la visita de fray Bernardo de Alburquerque, arzobispo de Antequera-Oaxaca,[7] a las tierras de Tehuantepec y del encuentro con “la heredera por sangre y ley del trono de sus padres, y se llamaba doña Magdalena Cosijopii” [1].
Aquí pueden surgir una teoría: que Donají adquirió el nombre de su hermano Cosijopii, para indicar que ella pertenecía a la nobleza. Se dirá, pues que dicha cacica era muy caritativa y cristiana. Con ello, se puede entender, que Donají, históricamente puedo haber existido y que su historia es totalmente diferente a como la leyenda se ha contado.
En la narración de la leyenda se dice que un joven paseaba por las riberas del río Atoyac, en otras versiones el protagonista es un pastorcito. La representación de Fernando Rosales, presenta a un pastor que encuentra la cabeza de la princesa. Para algunos historiadores, Donají tuvo otro nombre como Juana Cortés, y el historiador Juan I. Bustamante, había pensado que tanto Donají y Nuhucanó habían cambiado de nombre, y que ambos fueron enterrados en el templo de Cuilápam, ya que en dicho lugar existe una lápida que tiene los nombres de Juana Cortés y Diego de Aguilar [2].
En conclusión, las leyendas guardan algunos elementos históricos, pero otros más están, distorsionados, por decirlo así, gracias a la inventiva o licencias creativas de quiénes han intentado recapitular la información para exponerla con otros medios. Donají es una leyenda que da identidad a los oaxaqueños, cierto o falso, en el sacrificio de la princesa de la paz, se encuentra la unión del pueblo.
Donají —Alma Grande— es el símbolo que justifica la unión con las raíces indígenas y españolas, que dan identidad durante el período de consolidación de la independencia de México y el nacimiento de Oaxaca. De ahí, que la princesa indígena sea el símbolo en el que todo oaxaqueño, en teoría, tiene que identificarse.
Bibliografía
[1] Claudio Sánchez, Patrimonio natural y cultural de Oaxaca para principiantes (Oaxaca, México: Carteles editores, 2023), 190.
[2] Joyce Marcus, Monte Albán, (México: Fondo de Cultura Económica, 2014), 174-177.
[3] Claudio Sánchez, Patrimonio natural y cultural de Oaxaca para principiantes (Oaxaca, México: Carteles editores, 2023), 191
[4] José Antonio, Historia de Oaxaca, (México: Porrúa, 2024), 147.
[5] José Antonio, Historia de Oaxaca, (México: Porrúa, 2024), 288.
[6] José Antonio, Historia de Oaxaca, (México: Porrúa, 2024), 162.
[7] Esteban Arroyo, Los Dominicos forjadores de la civilización oaxaqueña, (Oaxaca, México: Provincia de Santiago de México, 1957),79-92.
[8] Claudio Sánchez, Patrimonio natural y cultural de Oaxaca para principiantes (Oaxaca, México: Carteles editores, 2023), 190.
[9] Joyce Marcus, Monte Albán, (México: Fondo de Cultura Económica, 2014), 174-177.
[10] Claudio Sánchez, Patrimonio natural y cultural de Oaxaca para principiantes (Oaxaca, México: Carteles editores, 2023), 191
[11] José Antonio, Historia de Oaxaca, (México: Porrúa, 2024), 147.
[12] José Antonio, Historia de Oaxaca, (México: Porrúa, 2024), 288.
[13] José Antonio, Historia de Oaxaca, (México: Porrúa, 2024), 162.
[14] Esteban Arroyo, Los Dominicos forjadores de la civilización oaxaqueña, (Oaxaca, México: Provincia de Santiago de México, 1957),79-92
- Pintura: Isis Rodríguez