La violencia que padece México no puede entenderse sin una crisis institucional derivada de un Estado de Derecho débil y el sometimiento del gobierno a los intereses de los grupos criminales    

Desde que el ex presidente Felipe Calderón iniciara la guerra contra el narcotráfico en 2006 se han contabilizado cerca de 30.000 desaparecidos en todo el territorio nacional, según han denunciado distintos activistas y representantes de organizaciones ciudadanas en la reciente Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). Un genocidio silencioso y perenne que sigue destrozando familias en todos los estados de la República. Y eso es solo el parte de bajas oficial. Puede que haya más. Muchos más.

En el territorio mexicano se registran 17 desapariciones diarias. Un horror metódico y bien organizado que cabalga sin freno espoleado por la desidia y la impunidad de todos los órganos de poder. Y también por el conformismo de una sociedad acostumbrada a convivir con la violencia extrema. Solo este año, según datos recopilados por Darwin Franco, académico del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), se han contabilizado ya 3,803 personas desaparecidas. Una sangría de vidas humanas que ha colocado a México como el tercer país más peligroso del mundo, según el Índice Global de Criminalidad 2016.

El estudio desarrollado por la consultora británica Verisk Maplecroft coloca a Afganistán al frente de la lista de los países más peligroso del mundo, seguido de Guatemala, México, Iraq y Siria. Hay que recordar que los dos países que suceden a México en esta macabra clasificación llevan años viviendo en estado de guerra con un conflicto bélico a gran escala. Datos que así contados quizá nos hagan reflexionar sobre el país que estamos dejando a las futuras generaciones.

“Pedimos la promulgación de la ley contra las desapariciones forzosas a Enrique Peña Nieto desde el año 2015, pero hasta la fecha no hay ningún avance”
Leticia Hidalgo, activista de Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos 

No hablamos ya de un problema político o de una guerra contra el ‘narco’. Lo que vive México es una tragedia humanitaria de primer orden que entre todos estamos ayudando a esconder. “En México, segunda mayor economía de América Latina, el costo de la violencia se estimó en 134 mil millones de dólares en 2015. La tasa de homicidios del país (17 por cada 100 mil habitantes) lo ubica entre los 25 primeros lugares, mientras que ha habido más de 26 mil desapariciones forzadas desde 2007”, añade el documento que acaba de hacer público la consultora británica Verisk Maplecroft.

El estudio también señala que los niveles de violencia que padece México no pueden entenderse sin una crisis institucional derivada de un Estado de derecho débil y el sometimiento del gobierno a los intereses de los grupos criminales. “La proporción abrumadora de la delincuencia en México se centra en el altamente lucrativo tráfico de drogas, que también ha tenido serias consecuencias para el Estado de derecho, debido a la coerción del gobierno, el poder judicial y las fuerzas de policía locales por las poderosas organizaciones de narcotraficantes”.

La investigación desarrollada en 198 países sugiere que México es más peligroso que países devastados por conflictos bélicos como la guerra civil en Siria o la guerra entre Irak y el Estado Islámico

Las familias de las decenas de miles de víctimas siguen pidiendo ayuda pero ésta nunca llega. Y aún cuando en su cuarto informe de gobierno, el presidente Enrique Peña Nieto presumió una baja delictiva durante 2015, el estudio internacional destaca el repunte de asesinatos registrado en el último año, situación que podría recrudecerse aún más debido a los recortes presupuestales previstos en materia de seguridad pública para 2017.

Parece que se avecina la tormenta perfecta. “Con las fuerzas de seguridad que enfrentan recortes presupuestales, es probable que se produzca un deterioro del entorno general de seguridad, dejando a los inversores expuestos a riesgos como la extorsión, el robo y potencialmente el secuestro de personal”, concluye Grant Sunderland, analista de Verisk Maplecroft en México.

 

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